Una cosa que me encantaba hacer de pequeña era ir al río a coger renacuajos, me gustaba observarlos, ver su evolución: primero los veía en su gelatina, después salían y con su colita alborotaban mucho al notar que me acercaba al agua (en el movimiento del agua de la primera foto se puede percibir precisamente esto), a continuación les salían sus patitas traseras y su cuerpecito cogía volumen y anchura, se le iban definiendo sus formas de ranita oscura; por último empezaban a salir del agua y perdían el rabito, ya eran ranitas minis que empezaban a buscar otro sitio donde vivir. Ahora que se donde las hay, tengo que llevar a Luis a ver si coge afición por ellas, me encantaría. Bicos a todos.
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