Este pequeño pueblecito mugardés enclavado en la ensenada que lleva su nombre, es sin duda un lugar de singular encanto. Desde el pequeño muelle hay una preciosa vista del paseo marítimo de Mugardos así como de la playa de la Bestarruza, pero a mi lo que más me gusta es bajar a este pequeño muelle e ir paseando hacia una pequeña playa rocosa que hay al final, viajando en el tiempo entre las variadas construcciones, hoy en ruinas, que algún día estuvieron llenas de vida. Todavía quedan restos de lo que en un tiempo debió de ser un pequeño lugar donde los pescadores vivían y hacían sus negocios, aun podemos ver los restos de viejos aperos en lo que debió de haber sido un almacén, que por cierto, aun conserva parte de su techumbre gracias a dos altas columnas de granito sobre capiteles del mismo material, por los que naturalmente, apenas pasa el tiempo.
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