Que bonitas son las marcas que se quedan en la arena, y esa belleza es mayor aun si pensamos en lo efímeras que son. Un golpe de mar y adiós, un ave va paseando y decide que es hora de levantar el vuelo, la única pista que nos queda son sus pisadas atolondradas, como si fueran los pespuntes de la orilla. La orilla ondulante de la última ola que llegó, la huella del agua resbalando sobre una concha, el paseo de algún perro...Al día siguiente el agua y el viento decidirán que de nuevo la arena es un lienzo en blanco sobre el que dibujar. Bicos, hasta mañana.
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